El inmigrante José Ibarra, de 26 años, quien está preso como principal y único sospechoso del asesinato de Laken Riley, acaba de perder una batalla.
Este venezolano es el que está acusado de haber asesinado a la joven estudiante de enfermería de la Universidad de Athens el pasado 22 de febrero.
La chica fue encontrada sin vida en una zona boscosa detrás del lago Herrick en el campus de la escuela. Se cree que la mataron cuanto intentó defenderse ante una inminente violación.
Resulta que la defensa del imputado sometió una moción en los tribunales exigiendo que algunas de las evidencias contra José fueran descartadas.
En dicha petición se le pedía al juez estatal a cargo del caso que desestimara todo lo que los investigadores habían encontrado en los dos teléfonos celulares que le incautaron al sospechoso el día de su arresto.
No lograron convencer al magistrado
Sin embargo, el juez estatal respondió ayer de que eso no pasaría, pues tras haber analizado las órdenes de allanamiento y registro que los detectives usaron ese día, determinó que fueron conforme a la ley.
Ibarra al parecer se siente inconforme por todo lo que le hallaron en sus dispositivos y de la información que sacaron de sus redes sociales, en especial de Snapchat, TikTok e Instagram.
También se quejó de que le habían sacado evidencias usando hisopos bucales y de las fotografías de que la policía les tomó a las marcas que tiene en su cuerpo.
Para su mala suerte, el juez Patrick Haggard se negó a suprimir tales piezas bajo el argumento de que son las más importantes evidencias en el caso.
Y dejó en claro de que estaba convencido de que las órdenes utilizadas en los cateos fueron “válidas y correctamente ejecutadas”.
Eso complica la situación del suramericano, quien a lo mejor soñaba que sería enjuiciado sin que nadie tuviera pruebas en su contra.
De ser declarado culpable de los cargos que se le imputan podría ser sentenciado a cadena perpetua.
Su juicio está previsto para este mes de noviembre, por lo cual muy pronto estará sentado en el banquillo de los acusados.
El condado donde ocurrió el crimen ha dicho que no pedirá la pena de muerte para quien mató a la víctima porque se opone a dicha medida.
Athens es una de las localidades de Georgia que se autoproclama como “ciudad santuario”.